¿Cómo ha sido tu evolución en Tramas? La oportunidad me llegó en la tienda de Gandía en 2017. Allí la empresa me dió una estupenda formación y me hizo ver que merecía la pena pertenecer a esta familia que es Tramas. Yo estaba allí de paso, ya que mi pareja es Policía Nacional, así que llegó el momento de irme con todo el pesar del mundo porque llevaba unos ocho meses y estaba muy contenta. Mi sorpresa fue cuando el jefe de personal, Eliot, me dijo que les llamara cuando tuviera nuevo destino. Aunque valoré mucho su interés, sabía que era algo complicado. Cuando llegué a Barcelona contacté con ellos y unos días después me confirmaron que tenían sitio para mí en una tienda. La alegría fue enorme, ni siquiera estábamos allí y ya tenía trabajo, y sobretodo en un trabajo que me encanta. Pasé dos años increíbles en Tramas Sants y Tramas Badalona con unas compañeras maravillosas de las que me acordaré siempre, pero otra vez y buscando una estabilidad cerca de la familia, llega el concurso de traslados de mi pareja, con la oportunidad de ir muy cerca de casa, Albacete. En esta ocasión la situación pintaba algo peor laboralmente, ya que no se puede comparar en este sentido Barcelona con Albacete, por desgracia. Pero otra vez desde Tramas me dieron esperanza. Meses después recibí una de las llamadas que más feliz me ha hecho: “Ya tienes tu hueco en Albacete, enhorabuena”.
Y hasta hoy. Aquí sigo y seguiré mientras pueda, porque me encanta mi trabajo. Tanto es así que decidí llevar siempre a Tramas conmigo y por eso tengo tatuado el logo con sus característicos colores en el brazo.