Nueva Colección Islas Keike

Érase una vez, en un lugar muy muy lejano del pacífico, diez islas abandonadas de la mirada del hombre. 

Solo llegaban a ellas aquellos incautos buenos de corazón, que demostraban que su alma era digna de amor y confianza. 

Las islas Keike, así se llamaban, escondían los secretos más fantásticos del mundo. 

Isla Rampiski

Hacia el norte, tenía una ligera forma de sombrero. Quizás fuese porque en el corazón de la isla habitaba un duende llamado Dantinski al que le gustaba vestir de tweed, con sombrero y chaqueta. Era un duende un tanto anticuado, no le entusiasmaba seguir las nuevas tendencias. Pero temible como también era, nadie se permitía cuestionar sus decisiones. Con la furia y la magia de Dantinski se habían creado las otras nueve islas. 

Rampinski estaba llena de acantilados y árboles enormes, bosques de todo tipo y animales feroces. Era una isla peligrosa, tal y como había querido su dueño, el duende Dantinski.  

Isla Irlinda

La capital de las islas. 

Una preciosa ciudad se alzaba en sus montañas.

En ella habitaban todo tipo de seres. Desde los primos de Dantinski, todos ellos, duendes bajitos y refunfuñones a monstruos de 3 ojos.

Nadie se sentía diferente en Irlinda, porque lo cierto era que cada cual poseía sus propias características que lo hacían ser único.

La ciudad tenía torreones enormes hechos de marfil y fuentes de chocolate en las plazas.

Sus gentes eran felices y disfrutaban de una vida cómoda en la gran city de las islas. 

Isla Saes

No se llegaba con facilidad.

Un viento constante envolvía a la isla y le otorgaba un aura de misterio. Dicen que allí vivía una sirena.

Perspicaz e inteligente, la sirena observaba al resto de islas con aires de grandeza.

Su hogar sí que era especial. De colores rosados y lilas, Saes era un lugar de mucha belleza.

Unas colinas cruzaban la isla de norte a sur y en ellas crecían abundantes flores silvestres.

La sirena vivía en la costa, en un reino bajo el mar hecho de corales y algas marinas.

Isla Kopu

Tribus indígenas la habitaban en sus campamentos de pieles y rocas. La isla emanaba un intenso olor a azafrán, el ingrediente estrella de la comunidad tribal. Se trataba de un lugar árido, donde los colores predominantes eran el cobre y el castaño. Apenas había vegetación salvo algún que otro cactus que adornaba las llanuras y desiertos eternos.

Isla Lilu

Lilu era una isla sumamente pedregosa. Sus costas poseían bonitas playas de piedras de colores. En el centro de la isla había un lago gigantesco donde habitaba un monstruo que asustaba a todos. No se sabía muy bien cómo el monstruo había acabado en aquel lugar. Quizás nació allí con la isla. La fuerza de aquel ser había inspirado al resto del lugar, a ser un sitio rudo, lleno de energía. De hecho, las aguas que rodeaban a Lilu eran las más feroces y a menudo chocaban buques contra ella. 

Islas Saranda

La más extensa de todo el archipiélago keike. Allí vivían los pacíficos y agricultores. Se trataba de un specimen humanoide de mayor altura. Sus pies eran enormes y belludos, y sus caras alargadas y de enormes ojos de color oro. Sembraban desde calabazas gigantes a patatas parlantes ¡y deliciosas!

Islas Ñoke

En ella la vida era nocturna y sus plantas y ríos brillaban durante la noche. Era misteriosa, en la cual si escuchabas con detenimiento podías oír el latir de la isla y cómo el corazón de la misma se encontraba conectado con todos los seres y vegetales que allí habitaban. 

Isla Ilse

Se trataba de la isla al noreste.

No se sabía mucho sobre ella porque estaba muy alejada de todas las demás.

Lo único que todos los seres conocían era el gran volcán que sobresalía de sus llanuras y que cada mañana cantaba canciones de Eminem.

Parece ser que unos turistas australianos que naufragaron y se refugiaron en la isla, le habían hablado al volcán con entusiasmo sobre esta nueva corriente musical.

Éste que se sentía muy solo por estar tan lejos de todos, al entablar una fuerte amistad con los australianos, descubrió en el rap su nueva pasión. 

Isla Nor

Isla Nor, al noroeste, era sin embargo, un lugar apacible. Sus habitantes se mostraban dulces y siempre dispuestos a ayudar a los forasteros. Todos ellos poseían pelo rojo y facciones asiáticas. Eran gente peculiar que vivía en los árboles. La isla, repleta de cocoteros y aves tropicales, se sentía siempre segura y tranquila por todos los que la visitaban. 

Colección disponible próximamente 

La historia de Islas Keike fue escrita por una niña de ocho años en 2001.

En ellas se han inspirado estas originales colecciones, la mayor parte infantiles. 

¡Todavía nos quedan islas por descubrir! Mantente atento para más novedades.