No se llegaba con facilidad.
Un viento constante envolvía a la isla y le otorgaba un aura de misterio. Dicen que allí vivía una sirena.
Perspicaz e inteligente, la sirena observaba al resto de islas con aires de grandeza.
Su hogar sí que era especial. De colores rosados y lilas, Saes era un lugar de mucha belleza.
Unas colinas cruzaban la isla de norte a sur y en ellas crecían abundantes flores silvestres.
La sirena vivía en la costa, en un reino bajo el mar hecho de corales y algas marinas.
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